26 abril 2007

Indelebles (o las 25 razones para ser feliz)

Un cuarto de siglo visto desde la pizarra de mi cuarto (del siglo)


Resulta que hoy, en mi habitación, cuando celebro que mi mundo, el que conozco, ha girado 26 - 1 veces alrededor del sol, me propuse encontrar, por el simbolismo de un número cuasi-mágico, 25 razones para ser feliz, una por año vivido, y escribirlas en la nueva pizarra blanca que descansa en mi pared vigilando la cuadricularidad de la estancia.

Casi sin darme cuenta, como por arte de magia, la pizarra cobró vida y se llenó de un torbellino de palabras que surgían de lo más profundo del subconsciente, vibrando entre las notas de fondo de Snow Patrol, y en medio de todas ellas, en rojo y en mayúsculas, la más importante, la causa última de esa felicidad subyacente que me eleva con la ligereza del humo y la naturalidad de ese niño grande que guardo en un último cajón dentro de mí: VOSOTROS. Todos aquellos que, de una forma u otra, formáis o habéis formado parte de mi vida. A vosotr@s, con los que hablo todos los días. A vosotr@s, con los que me veo de cuando en cuando. Y también a vosotr@s, los que algún día tomásteis otro camino diferente y nunca llegaréis a leer esto. A todos agradezco haber formado parte de mi mundo. De mi novela. De esa pizarra llena de vida, cuyos espacios en blanco hacen sospechar que la historia no ha hecho más que comenzar, pero ya con esa marca grabada a fuego en ella. Indeleble. Como la tinta. Como vosotros.

¿No es éste el subconsciente de un alma feliz?


This could be the very minute
I'm aware I'm alive
All these places feel like home

With a name I'd never chosen
I can make my first steps
As a child of 25

This is the straw, final straw in the
Roof of my mouth as I lie to you
Just because I'm sorry doesn't mean
I didn't enjoy it at the time

You're the only thing that I love
It scares me more every day
On my knees I think clearer

Goodness knows I saw it coming
Or at least I'll claim I did
But in truth I'm lost for words

What have I done it's too late for that
What have I become truth is nothing yet
A simple mistake starts the hardest time
I promise I'll do anything you ask...this time

23 abril 2007

Crónica de un cambio

Y aunque parezca que esto va para largo, no es así.

Demasiados cambios, demasiados giros, demasiadas personas que se van, personas importantes que han pasado a formar parte de este gran circo, cuyas vidas son nosotros. Vidas pintadas en colores de ausencia...

¿A dónde hemos ido a parar? Tanto bandazo hacia cualquier sitio me provoca vértigo. Mucho vértigo!!

La próxima, una descripción de las noches latinienses, especialmente la del domingo pasado. Lo prometido es deuda!

11 abril 2007

El espíritu de Phineas Fog

Instantánea tomada en la estación Norte de Autobuses de Barna durante mi última "huída" de Madrid (Octubre 06), junto a Sanae y Rafel. Dársena 17. Ay primo!

No es por quejarme de vicio. No es porque Madrid en ocasiones me haga bullir en deseos de pasear por la calle con un Kalashnikov despachando con denuedo a propietarios de scooters de reparto y a concejales de urbanismo con complejo de Steve McQueen en plena Gran Evasión. Tampoco es por los parquímetros, ni por el bombardeo de plastas de paloma transgénica en el salpicadero del 206, ni por mis muy amadas alimañas con placa, ni por la carretera de la Coruña en un lunes de diluvio a las 9 de la mañana, ni por la puta madre que parió a esta ciudad de caos absoluto digno de una escena de El Club de la Lucha. Ni siquiera es, como diría nuestro amigo el Pingüi, por tener que escuchar canciones de Kenny G en una sádica estación de radio local de vete tú a saber dónde. No. Ni hablar. El principal motivo por el que escribo esto es por salud mental. O ya metidos en harina, por paja mental, que para el caso, escribir es una forma de desahogo tan natural como zurrarle la badana a un saco de boxeo.

En fin, a lo que voy: el caso es que es una cuestión de aire vital e higiene intelectual para mi humilde persona largarme de cuando en cuando de Madrid. Abrirme, pirarme, escapar, huir, tomar las de Villadiego, salir por patas, llámenlo como les apetezca. Viajar es, sin duda, al menos para mí, más que una diversión: es una necesidad. Y es que, por activa o por pasiva, siempre ha sido generosamente habitual entre nosotros hacer escapadas de fin de semana cada mes o par de meses a lo sumo, a muy diversos destinos, véanse Salamanca, Barcelona, Xeraco, o Sahagún. O incluso a Torino, o a Roma, o a Villafloja del Tremedal, o a donde sea. Pero lejos. Cuanto más lejos, mejor. Sin embargo, por avatares -Rajoy dixit- del destino, todos los planes diabólicamente urdidos para la fuga de turno de la ciudad del oso y el madroño -Al Pacino dixit- desde el mes, ni más ni menos que de octubre, se han ido literalmente al cuerno. Habría que remontarse al pasado otoño para rememorar la fecha del último fin de semana de placer y relax lejos del ahogo madrileño. Y esto, haciendo cuentas, equivale a casi 6 meses sin viajar a ningún puto sitio suficientemente alejado de la capital, y resulta que estoy un poco hasta los mismísimos cocoyos, no nos vamos a engañar. Porque si no es por la crisis económica, son compromisos familiares, o laborales, o académicos. Y si no, el temporal de nieve, viento, hielo, arena del Sahara o lo que sea que le de al de arriba por tirarnos a la cocorota. Y el menda, con todos mis respetos, necesita su dosis de aire fresco, y el de Madrid ya empieza a abrasar la tráquea tanto como un chupito de Absenta.

Por fortuna, el desquite ha empezado a tomar forma hoy, y ya se planea el golpe maestro para primeros de mayo: escóndete Granada si puedes, que las Cruces no las vamos a perdonar.

Aun así no voy a engañarme y, si todo sale tal y como espero (y de momento la nave va viento en popa a toda vela), dentro de 11 meses me iré, esta vez más lejos, a la ciudad bañada por el lago Michigan, y no de vacaciones precisamente. Y en el fondo, tened por seguro que, a pesar de tanto lloriqueo, acabaré añorando a las scooters de telepizza, a las cagadas de paloma española, tan gris y tan asquerosa ella, a la carretera de la Coruña con sus picoletos al acecho, a los parquímetros estropeados y, si me apuráis, a mis queridos amigos maderos de las Bescam. A Kenny G....lo dudo mucho. Pero eso ya lo contaré otro día.