10 agosto 2006

El caballo de Espartero...

...tenía los testículos como dos soles mañaneros. La silueta del alegre y bravo trotar del general se veía únicamente descompensada por el rítmico vaivén del par de alteraciones genético-genitales del jaco, envueltas en sacos escrotales del tamaño de bolsas del carrefour, y la estatua ecuestre conmemorativa dedicada en Madrid a ambos, equino y jinete, recoge con gran fidelidad la celebérrima pareja de huevos que han dado lugar al conocido dicho popular de "tener los cojones como el caballo de Espartero".

El caso es que si la historia, que es sabia e inexorable pero no omnisciente, recogiera los testimonios y desventuras de personajes anónimos, corrientes y desconocidos, habría modificado sin duda alguna tan conocida expresión para adaptarla a una realidad más figurada e hipérbolica, pero que no por ello le deja de ir como anillo al dedo. Bien pensado, la frase podría evolucionar en "Tener más cojones que Flipepantomimo"...

Si es que se veía venir: el viernes me largué a Cadiz con la idea y determinación de estar de vuelta el lunes para romperme el culo contra la silla y los cuernos contra los apuntes toda la semana. Anoche, cuando las campanas del carrillón del salón tañían la 1 de la madrugada del jueves, yo entraba triunfal por la puerta de mi casa ante la mirada fulgurante de mis progenitores. Y ahí no acaba la cosa. Por si fuera poco mañana me abro otra vez, después de comer, esta vez por un periodo de 10 días. Toma del frasco, velasco. Ya verás septiembre. Con dos cojones. Como los del caballo. Yiiiiiiijaaaaaaa!