Causalidad vs Causalidad
La causalidad, entendida como la justicia natural en su más pura esencia, es intrínsecamente fascinante; si bien, tras fornicar con ella -con la causalidad- en tantas ocasiones, he aprendido que es erróneo considerarla como algo siempre positivo, como si de un impulso a favor del bienestar se tratara. Concluyo que no es correcto esgrimirla como una fuente invariablemente generadora de felicidad. La causa-efecto, considerada de rasgos pseudo utópicos para los causalidagnósticos o los causalidateos, que de todo hay en la viña del Señor, no es solución a nuestros problemas. Es efecto y, aunque parezca de perogrullo, la causalidad es sobretodo, eso: causa. Y si la causa es que has sido malo-malísimo, pues ya te puedes preparar. Y viceversa.
A lo que voy: tras muchas visicitudes relacionadas con el why y el why not de las cosas que me están pasando, he llegado a la conclusión de que la causa-efecto tiene una doble cara. Un doble filo que unas veces te hace indestructible y otras te secciona la cabeza como un cuchillo desvirtúa una hoja de papel. No podemos olvidar, repito, para los que creemos que las cosas suceden por un Motivo, que la causalidad cierra círculos, y que por lo tanto en ocasiones premia y en otras te mete un palo por el culo. What you reap is what you saw. En consecuencia, cuando el destino te recompensa, la vida parece sacada de un cuento de hadas y las causalidades se hacen flagrantemente bellas, coherentes y sobre todo maravillosamente imprevisibles. Por el contrario, cuando le corresponde saldarte las cuentas a pagar, el karma aprieta y sientes que te abandona, que nada funciona como debe y que la oportunidad, que es lo primero que se desvanece, hace ya tiempo que se ha ido a tomar viento fresco sin dejar rastro tras ella. Y de ahí nace la maldita desconfianza, espuma a presión contra la moribunda llama de la antorcha que, por si fuera poco, luego tienes que secar. Lo positivo del asunto es que todo está en nuestra mano y que podemos elegir si apuntar bien o mear fuera del tiesto. Y de ahí que luego nos toque o no limpiarlo. El destino nunca coartó nuestra libertad...
Gracias a dios mi situación hoy por hoy es la primera, y lucharé contra viento y marea para que asi continue, tratando de tomar las decisiones correctas para no dejar cuentas pendientes que abonar a largo plazo. Las cosas están cambiando por If y la causalidad me enseña su cara bonita, al menos por el momento, y es mi obligación para conmigo mismo devolverle la sonrisa, por lo menos para tenerla contenta una temporada y que no me pegue otro viaje. Que continúe el espectáculo. Que la antorcha siga brillando, y siempre con humildad.
¿Sabéis lo jodido de estos posts de cuando me levanto intenso y filosofal (y me da por escribirlo)? Que no espero, no ya que pocos me comprendan, sino que nadie llegue a leerlos hasta el final. Me sorprendería mucho que hayáis llegado hasta aquí, y si lo habéis hecho, peor para vosotros. Significaría que os aburrís demasiado, que mis palabras os consuelan, o lo que es peor: que os gusto. En cualquiera de los tres casos, podéis daros por jodidos. ;)
A lo que voy: tras muchas visicitudes relacionadas con el why y el why not de las cosas que me están pasando, he llegado a la conclusión de que la causa-efecto tiene una doble cara. Un doble filo que unas veces te hace indestructible y otras te secciona la cabeza como un cuchillo desvirtúa una hoja de papel. No podemos olvidar, repito, para los que creemos que las cosas suceden por un Motivo, que la causalidad cierra círculos, y que por lo tanto en ocasiones premia y en otras te mete un palo por el culo. What you reap is what you saw. En consecuencia, cuando el destino te recompensa, la vida parece sacada de un cuento de hadas y las causalidades se hacen flagrantemente bellas, coherentes y sobre todo maravillosamente imprevisibles. Por el contrario, cuando le corresponde saldarte las cuentas a pagar, el karma aprieta y sientes que te abandona, que nada funciona como debe y que la oportunidad, que es lo primero que se desvanece, hace ya tiempo que se ha ido a tomar viento fresco sin dejar rastro tras ella. Y de ahí nace la maldita desconfianza, espuma a presión contra la moribunda llama de la antorcha que, por si fuera poco, luego tienes que secar. Lo positivo del asunto es que todo está en nuestra mano y que podemos elegir si apuntar bien o mear fuera del tiesto. Y de ahí que luego nos toque o no limpiarlo. El destino nunca coartó nuestra libertad...
Gracias a dios mi situación hoy por hoy es la primera, y lucharé contra viento y marea para que asi continue, tratando de tomar las decisiones correctas para no dejar cuentas pendientes que abonar a largo plazo. Las cosas están cambiando por If y la causalidad me enseña su cara bonita, al menos por el momento, y es mi obligación para conmigo mismo devolverle la sonrisa, por lo menos para tenerla contenta una temporada y que no me pegue otro viaje. Que continúe el espectáculo. Que la antorcha siga brillando, y siempre con humildad.
¿Sabéis lo jodido de estos posts de cuando me levanto intenso y filosofal (y me da por escribirlo)? Que no espero, no ya que pocos me comprendan, sino que nadie llegue a leerlos hasta el final. Me sorprendería mucho que hayáis llegado hasta aquí, y si lo habéis hecho, peor para vosotros. Significaría que os aburrís demasiado, que mis palabras os consuelan, o lo que es peor: que os gusto. En cualquiera de los tres casos, podéis daros por jodidos. ;)
3 Comments:
He llegado al final y creo, como tu, que muchas cosas suceden por Algo. A veces esas cosas no son buenas pero sirven para algo, para aprender.
PD: me debes un cafe para contarme que pensaste despues de la conversacion del otro dia.
Edupantomimo
Ya sabes que este tema es mi favorito y que junto a los pantos, lo compartimos.
La causalidad es la esencia del ya famoso confiar & esperar y tras eso hay poco a lo que agarrarse.
Hay algo que es más grande que nosotros mismos. Luc lo llamaba causalidad, pero lo puedes llamar destino, elección, Dios o providencia. O no llamarlo, ni creer nada de esto. Si es así, también habrá una causa para eso.
Ni Hume, ni Kant, ni Descartes hablaban explícitamente del confiar & esperar, o mejor, no lo enunciaban así.
Tú y yo sabemos que muchas veces nos cuesta entederlo y sobre todo hacérselo entender a la mirada que queremos - o queríamos -pero una y otra vez nos salva de los moalos momentos, como decía Benedetti. Porque es útil.
Los pantos estamos en un excelente momento, entorchados y disfrutando. Y eso también es por algo.
Un abrazo alter, leopanto.
He llagado hasta el final, y reconociendo que he tenido que retroceder varias veces, y teniendo en cuenta que muy posiblemente me falte información relativa a tí que facilitara tanto la lectura como entendimiento, tengo que decir lo siguiente:
Niño, te admiro por haber conseguido escribirlo sin embrollarte ;)
La causalidad es uno de los "conceptos", "hechos", "filosofías" más comentados de la historia, lo tratan filosofos, poetas y religiones, y luego gente como nosotros que no podemos evitar comernos el tarro con ello porque simplemente no podemos dejarlo pasar sin más. El si todo tiene un sentido, ocurre por algo, si somos libres de nuestras decisiones e incluso de la consecuencia de nuestras decisiones. La causalidad "perfecta" implicaría que a misma causa mismo efecto, pero creo que sabemos que somos lo suficientemente y maravillosamente complejos para que esto no sea una ciencia... misterioso, agobiante a veces sí pero realmente, no tener la certeza que sentirás y pensarás y harás lo mismo ante un mismo acontecimiento... me hace sentir libre. Libre de equivocarme, de cambiar de opinión o de sentir cosas distintas en momentos diferentes. Creo que saber qué ocurrirá es la respuesta a nuestras preguntas pero realmente haría que vivieramos nuestra vida sin vivirla.
¿alguien ha llegado al final?
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